El Ayuntamiento ha decidido que los pasos de peatones elevados son la manera más eficaz para controlar el exceso de velocidad en las calles y vías donde ya se habían colocado dispositivos para evitar atropellos. En este sentido, el área de Ingeniería de Caminos va a elaborar un estudio para determinar en qué zonas de la ciudad va a colocar estos elementos de limitación de la velocidad. En este sentido, el concejal de Servicios y Tráfico, Santiago González, asegura que es un estudio que todavía no tiene una fecha cerrada y que, en todo caso, comenzaría a realizarse el próximo año. Por el momento, y según las posibilidades económicas, ya se han ido colocando pasos de este tipo en diversas zonas de la capital, como la avenida de Castilla y León o en la calle Jacinto Benavente, en la barriada del Pilar. El edil responsable del área afirmó que aunque aún no haya un estudio y plan general elaborado, la Brigada de Obras seguirá colocando pasos de este tipo. La decisión que ha adoptado el Consistorio respecto a este sistema esta motivada por un doble motivo. Por una parte, obligan a reducir la velocidad del vehículo cuando llega a uno de estos pasos, que funcionan como los antiguos badenes que se instalaron años atrás en calles como la de San Francisco y San Pedro de Cardeña. Con la diferencia de que están mejor elaborados y no son tan dañinos para el vehículo. De hecho, levantar un paso de este tipo cuesta entre 18.000 y 20.000 euros. Por otro lado, no son tan ruidosos como las bandas reductoras, el sistema por el que había apostado el Ayuntamiento, ni como los fresados, otra opción por la que también se había decantado el Consistorio pero que se ha revelado como un sistema excesivamente agresivo para los vehículos y muy ruidoso para los vecinos del entorno. Precisamente, las quejas de los vecinos de la barriada de San Cristóbal por el ruido que hacían los vehículos al pasar por los fresados realizados en el entorno de la rotonda que une la carretera de Poza y la calle Alcalde Martín Cobos han hecho que se hayan sellado. Las mediciones de ruido llevadas a cabo en el entorno así lo confirmaron. Otro inconveniente que presentaban las bandas reductoras era que en invierno, con la caída de nevadas, se arrancaban muchas piezas con las máquinas quitanieves.
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