martes, 1 de junio de 2010

Ciudades para ir en bici | Vida Sencilla

La mayoría de la gente concibe las bicicletas como diversión y no como medio de transporte. Pero esta percepción podría cambiar si se planificasen adecuadamente las ciudades.
Si te mueves en bici y vives en Madrid, como yo, lo llevas claro. A esta metrópolis –y lo mismo podría decirse de la mayoría en la geografía española– las bicis le traen sin cuidado.
Nada sorprendente si se tiene en cuenta cómo han crecido las ciudades: pensando en los coches, y no en los ciclistas urbanos. Sin embargo, hay otras ciudades que también han experimentado un crecimiento dramático en los últimos años y que sí han sabido aprovechar la oportunidad para tomar las decisiones adecuadas y crear una gran cultura ciclista.
El problema, entre otras cosas, es la percepción de la gente. La mayoría no concibe la bici como un medio de transporte serio. Como si la calzada no fuese el sitio para ellas. Los automovilistas la consideran suya, y los ciclistas defienden su postura en términos de ¡y mía también!
El caso es que, si te mueves en bici por Madrid, tarde o temprano no te quedará más remedio que circular por alguna de sus grandes arterias. Ir por la acera no arregla nada, ni pedir a los ciclistas que se comporten como niños mirando a los dos lados a cada pedalada; y visto lo visto, compartir la calzada con los coches tampoco es la solución.
Hay que encontrar un sistema que exima de responsabilidad o culpa tanto a conductores como a ciclistas, y que haga que estos sean tomados en serio.
Lo que uno sabe sobre las bicis lo aprende en su comunidad, así que una ciudad diseñada sólo para un tipo de transporte ofrece una visión miope de la realidad.
Los carriles-bici que vemos en la mayoría de las ciudades españolas no parecen tener nada que ver con el uso de la bici como medio de transporte. Son más bien una red de carriles inconexos difíciles de seguir. A veces es divertido montar por ellos, pero es que el ciclismo recreativo y la bici como medio de transporte son cosas diferentes, y la gente debe comprender la diferencia.
Un sitio de recreo no es algo necesariamente bueno para la comunidad, sino una parte independiente de la misma, que puede hacer pensar a la gente que las bicis son sólo para divertirse. La mayoría de la gente piensa que son para pasarlo bien y no un medio de transporte, y esa percepción podría cambiar si se planificasen y diseñasen bien las ciudades.
Diseñar una buena infraestructura de transportes es como diseñar una buena interfaz de usuario. Cada elemento debe ayudarnos a entender el sistema en su conjunto y dar al usuario la cantidad de información adecuada en el momento correcto. Es algo muy meditado, pero no invasivo. Cuando un diseñador crea una interfaz, debe tener en cuenta lo que un usuario sabe (o no sabe) cuando la utiliza por primera vez, o cuando lo hace de manera continuada.
Tener en cuenta los diferentes tipos de usuarios es crucial para crear un buen sistema de transportes intermodal. Se deben considerar los fines y necesidades de cada tipo para hacerlo a la medida de cada uno, sean autobuses, coches, motos o bicis.
En Ámsterdam, el 40 por ciento de la población va en bicicleta. Cada día se ven padres e hijos en bici (en una bici), candados que pesan más que la propia bici, porta-bultos, cestas, maletines, tacones, vestidos, minifaldas, bicis plegables, perros en bici y gente sin casco. No voy a intentar convencer a nadie para que no lleve casco, pero conviene preguntarse por qué el ciclismo en los Países Bajos es más seguro que en cualquier otro lugar del mundo, cuando casi la mitad de los ciclistas no lo llevan.
La respuesta es simple: han diseñado una red urbana de carriles-bici eficiente y comprensible.
Este artículo es una traducción libre de Designing Bicycle Cities, por Eric Wicks

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