sábado, 12 de diciembre de 2009

Buscarse la vida en alta mar

La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo". La frase es del ingeniero informático Alan Kay, pero Cesar Harada ha decidido convertirla en su lema e inventar su futuro en alta mar. Harada (Bayona, Francia, 1983) es artista, hijo del escultor japonés Tetsuo Harada y de madre francesa. Vive entre Londres y París, por el momento. Porque, mientras la mayoría de los mortales planea trasladarse al campo o la playa, Harada quiere irse a vivir en aguas internacionales de los océanos.
Por eso ha puesto en marcha Open Sailing (http://sites.google.com/a/opensailing.net/www/home). Este proyecto interdisciplinar, abierto y colaborativo explora las posibilidades de la arquitectura marina. "La idea es desarrollar y construir un sistema de viviendas flotantes, que permitan la vida humana de forma totalmente autónoma, sostenible y respetuosa, pero también divertida y agradable" explica Harada.
Este peculiar arquitecto -acompañado por dos colaboradores, Carla Castaño (de Barcelona) y Ollie Palmer (de Londres)- ha presentado en Barcelona Open Sailing, en el marco del encuentro Now solar sobre tecnologías y energías sostenibles, que ha organizado el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) en colaboración con la Fundación Terra.
Tras intentar construir un prototipo de vivienda pensado para ocho personas, para evitar los obstáculos burocráticos, Harada ha reducido las dimensiones. Y ahora trabaja en algo parecido a una estación internacional oceánica, más pequeña, pero con los módulos indispensables para vivir, producir energía, cultivar vegetales en jardines flotantes abonados con los desechos orgánicos y criar (o más bien atraer) los peces lanzando plancton en el agua. "Podemos hacer converger los rayos del sol en un determinado perímetro del mar para calentar el agua y crear un hábitat más favorable a los peces", indica Harada.
La estación oceánica, prevista para el próximo verano, se basa en una arquitectura instintiva que reacciona como un animal. "Cuando la situación es favorable los módulos se alejan del elemento central, si es peligrosa se reagrupan", explica Harada. Para su diseño se ha inspirado en una medusa con largos tentáculos y una especie de vela que se hincha cuando quiere desplazarse. Y sus viviendas flotantes son un híbrido entre un barco y una plataforma petrolífera (pero mucho más bonitas) que se desplazan gracias al viento y las corrientes. En el proyecto trabajan 40 personas, incluidos científicos.
El proyecto se inició como una estrategia de supervivencia, a partir de la recopilación de un mapa de los miedos en el que todos pueden participar a través de (http://www.hi-ve.net/) con la idea de convertir estos miedos en una fuerza de energía positiva. "Los océanos son los lugares más seguros del planeta", concluye Harada.

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